Conocer nuevas realidades

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Creatividad, Actividad y Servicio (CAS) es una parte central del Programa del Diploma del Bachillerato Internacional. Los proyectos de solidaridad hoy se ejecutan desde allí.

 

Remontarse a la historia del Deutsche Schule Medellín es ver que la solidaridad ha estado desde sus inicios. De hecho, su nacimiento, hace más de 50 años, parte de una acción solidaria de la comunidad alemana en la ciudad. Los programas de solidaridad han estado presentes a lo largo de su existencia. El apoyo a las comunidades vecinas, la enseñanza de música, el Árbol de los Deseos en diciembre, entre otros, han sido formas activas de vinculación con la población menos favorecida.

En los últimos años se ha buscado una labor activa por parte de los estudiantes y es por eso por lo que, desde 2020 se ha buscado que el eje Creatividad, Actividad y Servicio (CAS) del GIB sea el articulador de estos programas. Con el apoyo de la profesora Claudia López, quien se desempeña como coordinadora de CAS, y de la Vicerrectora, Claudia Restrepo, estudiantes de Klasse 11 y Klasse 12 han empezado a ejecutar trabajos con instituciones del municipio de Itagüí y de algunas zonas de Medellín.

Lo que pretende el programa CAS es que desde diversas experiencias de vida se logren cambios verdaderos y duraderos, en la actitud de los estudiantes”, explica la señora López. Por ello, articular acciones solidarias es algo que va con sus objetivos. “Creemos que, de esta forma, vinculándose más con otras realidades y con otras culturas, los estudiantes aportan mucho más”, agrega.

De ese modo, se hace la invitación a participar y se deja que sean ellos mismos quienes propongan intervenciones, de acuerdo con las necesidades de las comunidades a impactar. “Es una forma de hacer un trabajo reflexivo que impacta no solo a las comunidades con las que se trabaja, sino a los mismos estudiantes. Con esta vinculación activa, creamos un proceso mucho más enriquecedor”, dice Claudia López.

 

La ruta

Una vez los estudiantes confirman su intención de participar en los programas de solidaridad, lo que sigue es escuchar a las instituciones elegidas. “Con la información recogida, son ellos mismos los que proponen las acciones a desarrollar en cada lugar”, explica Claudia López. Para 2022, se ha trabajado con cuatro instituciones, cada una con contextos, población y situaciones diversas. Por ejemplo, las instituciones educativas Esteban Ochoa y María Jesús Mejía enfrentan una problemática tras el regreso a clase después de los confinamientos de 2020 y 2021: por haber estado en sus casas, los niños no tienen claridad en el manejo de las normas y en cómo comportarse en grupo. Por ello, se han creado actividades que fomentan valores como la tolerancia, el respeto y la convivencia. También se propuso que, espacios que tradicionalmente no eran accesibles a los niños en los descansos como la biblioteca, pudieran ser utilizados. Finalmente, enfocados en el trabajo en equipo, se intervinieron espacios físicos en los que se hicieron juegos tradicionales como golosa o triqui.

En la Fundación Hogar del Niño, un internado al que van niños cuyos padres no pueden cuidarlos en semana, se ofrecen actividades recreativas en las tardes, después de la jornada escolar; y se organizó una donación de ropa. Finalmente, en Los Álamos, que atiende población en situación de discapacidad, se plantearon intervenciones orientadas a la estimulación.

“No todos tenemos los mismos privilegios; de hecho, quienes los tienen son minoría. Hacer parte de estos programas hace a los estudiantes más conscientes, les muestra otras realidades y otras culturas; algo que es vital para un ciudadano del mundo”, concluye Claudia López.