Nuestro Colegio es también un espacio de aprendizaje para profesores alemanes en formación y esto nos da la oportunidad de trabajar desde la multiculturalidad
Colombia es un país que llama la atención. No en vano en el primer semestre de 2023 nos visitaron 3.246.478 turistas, según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. El hecho de tener dos mares, ser un país biodiverso y la calidez de sus personas, son razones por las que los extranjeros escogen el país, no solo como destino turístico, sino también como lugar para trabajar.
Es el caso de Gregor Häusler y Maxim Barnert, estudiantes alemanes que hacen sus prácticas académicas en docencia, este semestre, en el Deutsche Schule Medellín. Gregor, que proviene de una ciudad cercana a Berlín, ya había adelantado otras prácticas en Colombia, por lo que quería regresar para poder seguir conociendo de cerca nuestra cultura. "La primera vez, estuve en Barranquilla; ahora, en Medellín viviendo nuevas experiencias". Maxim, por su parte, lleva cinco años en Colombia y, aunque comenzó a estudiar Comunicación Social en la Universidad Pontificia Bolivariana, se cambió para la Licenciatura en Educación Física, en la Universidad de San Buenaventura.
Para ambos, estar en el DSM era un sueño. "Cuando supe de la existencia de un colegio alemán en el extranjero, en Medellín, mi objetivo era lograr hacer mis prácticas aquí y, por qué no, poder seguir trabajando una vez terminara mi carrera", cuenta Maxim. Y así también piensa Gregor, quien siempre tuvo claro que, una vez llegado el momento, no quería hacer sus prácticas en Alemania, sino tener la oportunidad de conocer otros países y otras metodologías de aprendizaje.
En la actualidad, Gregor trabaja en el Kindergarten. "He aprendido mucho en la forma de hacer las cosas. Me ha parecido muy interesante el modelo Tándem, en el que somos dos profesores que nos comunicamos con los estudiantes, en español y en alemán. Ciertamente, es algo que tiene un impacto muy positivo en los estudiantes". Además, dice que esta experiencia le ha servido para enriquecer su trabajo de grado, una investigación enfocada en cómo se puede enseñar jugando.
Maxim, por su parte, trabaja en el área de Deportes, apoyando las clases de Educación Física en Grundschule. También destaca el hecho de que ha podido aprender cómo enseñar el idioma a través del juego. "Ha sido un reto para mí, pero lo he disfrutado. Hoy, usar el alemán con una intención educativa en las clases, ha hecho que tenga que ser más recursivo y me he convertido en una persona mucho más creativa”.
Ambos dicen sentirse como en casa en el DSM. "Desde el principio soy un profesor más", expresa Maxim, quien recuerda que en otras prácticas académicas siempre sentía que su trabajo no era valorado y "me trataban como un asistente". Así también lo ha sentido Gregor, quien desde el primer día tuvo una cálida bienvenida de parte de sus compañeros y de los estudiantes. Ambos aprecian el Campus y poder usarlo como aula de clase.
Valoran, también, el alto nivel educativo del DSM y cómo esto se refleja en la educación de todos los estudiantes. Resaltan, además, que ven en los niños y adolescentes una formación integral: "cómo se relacionan entre ellos y con los profesores, cuidan el Campus y se preocupan por temas de solidaridad; todo eso es muy bueno. También, cómo cultivan en ellos el pensamiento crítico", dice Maxim. Hacen énfasis en el nivel de alemán que tienen, "es muy alto", agrega Maxim.
Aunque ambos han tenido conexiones con Colombia en el pasado, dicen que esta es una experiencia muy enriquecedora, pues tienen contacto de una forma muy diferente con la gente y sus costumbres. "Podemos conocer a cada persona con la que trabajamos, no solo a profesores y estudiantes, también a los padres de familia y a los empleados administrativos del Colegio", concluyen los dos.